-“¡Mamá, mamá, mi papá me ayudó! Mi papá me
ayudó con la tarea”, exclamó emocionada.
Los ojos le brillaban como pocas veces. Ese
brillo que le provoca la alegría, el descubrimiento, la emoción por algo que
parece sencillo pero no lo es. Mi hija estaba feliz, y seguía hablando sin
parar.
-“Yo lo llamé por teléfono, y le pregunté, y él
ahora me ayudó. Sí, Mamá, lo hizo. De verdad. Me ayudó. Sí”, aseveró, como
queriendo convencerme.
-“Pues qué bueno que te ayudó en tu tarea
porque yo no la entendía”, le dije, sonriendo, mientras pensaba que no debía
resultarme complicada. Después de todo era una tarea sobre los verbos, y yo
vivo del lenguaje, de escribir y de hablar, pero hay veces en que las cosas no
salen. Simplemente no entendía lo que quería su maestra.
Y mientras yo miraba su libreta y revisaba sus
notas, volvió a interrumpirme.
-“Mamá yo recuerdo que mi papá me ayudó una vez
en una tarea. Cuando estaba en sexto en la escuela Subiry él me ayudó con una
tarea. Yo estaba en la mesa del comedor en casa de Abuelita, entonces yo lo
llamé por teléfono y el me ayudó esa vez”, me dijo.
Rápido pensé que eso fue hace dos años y que ya
está en el último semestre de octavo. Hace varios años que no lo ve. Tragué
hondo.
-“Pero ahora mi papá sí me ayudó. Era la
tercera pregunta que tenía dos preguntas y eran difíciles. Él me ayudó y la
pregunta era ¿qué verbo se repite? Y ¿Qué función crees que cumple?”, me decía
ella.
Simplemente callé y la miraba con detenimiento,
sonriendo al verla hablar emocionada. Sonreía para que ella no notara lo mucho
que me duele verla cuánto siente esa ausencia.
-“Mi papá me dijo a mí que se repiten los
tiempos simples, que terminan en ar, er, ir, igual como dice en el libre.
Entonces, de la pregunta de qué función crees que cumple, mi papá me dijo que
el simple se utiliza para hablar de hechos pasados. Siempre son acciones
terminadas. Los compuestos ser utilizan para acción pasada pero cercana a un
presente. Yo me puse muy feliz al final, cuando terminé, porque él me ayudó”,
me decía, casi sin respirar y bailando, como siempre suele hacer.
No encontraba qué decirle. Sólo la observaba.
Se detuvo y de momento se puso seria.
-“Mamá ¿yo soy igual como mi papá, como en la
cara, verdad?”, me preguntó.
-“Sí, claro que te pareces a él mi amor. Te
pareces mucho”, le dije, sonriendo, al ver que es verdad.
-“Ah, okay… Pero mamá, yo te quiero mucho a ti.
Te quiero demasiado”, me dijo.
La abracé fuerte, la senté sobre mi falda, la
besé mucho, por toda su cara hasta que me dijo “ya, please”, riéndose.
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