Friday, August 29, 2014

Relatos en Facebook: Ángeles


Conversación al salir de su escuela:

-"Mamá tuvimos un party y yo disfruté mucho. Yo bailé con chicas y chicos y también hice amigos".

-¡Ay qué bueno Mariela! Me alegro mucho que disfrutaste en tu escuela nueva.

-"Es bien gufiá' la escuela. El party fue bueno y no me tembló la mano izquierda como me pasó en la clase de computadora. .. ah y mamá, las nenas me hablaron de todo. Había una nena con el pelo así loquito como el tuyo que esta en octavo que se llama Nicole y ahora es mi amiga......ah y Mamá hablé con la niña Desiree que es la hermana de Daniella, que estaba tomando fotos y yo posé...."

-" Qué bueno. ¿y ya no te dio miedo verdad?", le dije.

- " No, yo me estaba relajando porque me tranquilicé y hablé con las chicas porque tenía los ángeles por mi alrededor que me protegían. Y yo miré al cielo y las nubes tenían forma de ángeles. ...Y es que va a llover hoy...."

- "Hija mía, come tu almuerzo que tenemos que irnos a tus 3 terapias de hoy. Te amo".

- "¿Y por qué?

-"Porque eres mi vida."

-"ujum... OK Mamá ya voy...."

Y yo, en silencio, clamo al cielo por ayudarla.

Así son mis días con ella. Ahora a correr que vamos a las terapias del habla, fisica, ocupacional.......

Sunday, August 10, 2014

Uniceja

La única e inigualable Frida Khalo

Dedicado a mi tía  Prof. Tiny Rodríguez-Paz

Fue como para el 1977 cuando yo no tenía la menor idea de quién era Frida Kahlo, pero me parecía a ella. O más bien, me parecía a Beto, el personaje ese de Plaza Sésamo que andaba, comía y dormía siempre con Enrique en una relación casi simbiótica y que años más tarde entendí que era una homosexual. Compartía con Beto y con Frida eso de ser uniceja.  

De un lado a otro de mi frente lo cubría esa área pilosa, espesa, abundante, que hacía ver mi cara más redonda de lo que en realidad era. También tenía el bigote ese que las mujeres niegan tener, pero que delata mi herencia de las mujeres blancas Rodríguez con muchas cejas, bigotes y patillas. Pero la uniceja era lo peor. Estaba ahí. Amplia, espesa, peluda. Parecía una raya escrita con magic markers negro. Yo tenía como ocho años y estaba harta. Harta y me creía grande. Siempre me mandé y siempre fue voluntariosa.

Yo quería ser grande y no tener  la uniceja esa. Así que un día me metí en el baño de casa, cogí la navaja de afeitar de Papi y me la pasé con un poco de jabón por entre las cejas. Y “voilá”. ¡Por fin me veía como una “muchacha” normal”. Muchacha, pero de ocho años. Estaba feliz y no le dije nada a nadie. Callé como siempre que tengo algo entre manos. Pero me descubrieron. Duró poco esa alegría solitaria.