Wednesday, April 19, 2017

Adiós Tesi





Adiós Tesi.
 
Hoy se fue la conejita Tesi. Es algo raro porque es como decirle adiós a un amigo. Después de todo, era parte de nuestra unidad familiar. Tesi fue la segunda mascota de Mariela, después de Azul, el primer pez beta que le regalé cuando ella tenía 4 años. Azul fue aqu pececito que cuando apareció flotando, Mariela dijo que se iría "al cielo de los peces". Pues resulta que Mariela siempre quiso tener mascotas. Es “animal lover” como su tío Pipo. Lo que ella quería era un perro, pero no aparecía ninguno, hasta que el papá de Pepo García le regaló a Tesi. Eso fue en el año 2008. Estamos en el 2017.  Desde entonces Tesi ha estado con nosotras. Nueve largos y hermosos años.

Saturday, April 1, 2017

Mi cuento de Wonder Woman

Linda Carter, la Mujer Maravilla original.


(Esto es para Wilton Vargas y para Julizzette Colón Bilbraut, que sé que son fanáticos de la Mujer Maravilla)

Mi cuento de Wonder Woman.

Yo siempre volvía loca a mami pidiéndole que me cosiera la ropa del personaje que estuviera de moda. Princesas, artistas, superhéroes, modelos, lo que fuera, Mami siempre me complacía a mí y a mis hermanos. A ellos les cosía los de He-Man, o de Superman, o los bermudas tipo Playero con velcro, de la tela que fuera. Toda mi vida fue así. Una vez hasta con un brazo roto y enyesado se sentó en la máquina de coser y me hizo un traje de volantes, en tafeta de colores. Sí, de esos que se usaban entonces con altas hombreras, para un disco party que tenía del equipo de natación. Por eso es que soy así con mi hija porque tengo el ejemplo de mami.

Pero bueno, cuando yo tenía como seis años le pedí que me hiciera un traje de Wonder Woman. Mami era ama de casa y Papi era investigador en el Departamento del Trabajo. Éramos tres nenes más un primo que prácticamente vivía con nosotros y no había dinero con un solo salario y tantas bocas para alimentar, pero yo nunca supe cómo ella se las ingeniaba para crear las cosas. Nos entretenía. Nos llevaba de paseo a la pocita en el Condado, al Morro a volar chiringas o caminábamos cerca hasta la Calle Loíza a ver las tiendas o a coger sol, íbamos al supermercado Pueblo en la De Diego. Nunca nos aburríamos. Toda la vida tuvo una creatividad para inventárselas en el aire con tantos nenes a la vez. Ninguna de sus hermanas era como ella en eso. Ella creaba magia de lo que fuera.

Hacía un castillo para mis Barbies con cajas de cartón. Una vez me hizo un edificio de apartamentos y en los pisos puso retazos de alfombras. Las sillas eran latas de salchichas a las que les cosió cojines. Era la envidia de mis amiguitas que sí tenían la casa de la Barbie. A mis hermanos les inventaba pinturas para el Falcón milenario de Star Wars o los enseñaba a defenderse de los bullies y a boxear, lo que papi no hacía. Ella siempre nos inventaba cosas cuando se lo pedíamos. Y yo quería ser Wonder Woman, pero no había dinero para comprar en González Padín el traje.

Así que compró un tubo rojo barato de esos de elástico. Así se le decía a los tops que estiraban y las muchachas se ponían en los años 70 y 80. Entonces cogió unos pantalones cortitos azules que yo tenía, les hizo unas puntadas, agarró un pote de escarcha color oro, pega, y unos stickers de estrellas plateadas que vendían en la Farmacia Potín al frente de mi escuela que entonces era el Sagrado Corazón allá en la parada 24 en Santurce, y empezó a pegar las estrellas al pantalón. Pero se le despegaban, así que les hizo una costura en el centro.

La obra de arte fue el tubo rojo, al que le dibujó un águila en pega y le puso ahí encima la escharcha dorada.  Entonces cogió unos cartapacios que papi tenía en el escritorio, los cortó y los pintó de amarillo, y les pintó una estrella roja en el centro. Hizo uno para cada mano y me hizo una corona. En vez de botas, me puso medias rojas, y ya.

Yo era Wonder Woman.