El regalo más inesperado lo recibí ayer de parte de mi amiga, la periodista Carmen Millán-Pabón. Me emocionó, me hizo llorar, y sinceramente, me dejó sin palabras. Confieso que lloré tanto y tanto, que mi cara se puso como la de "elephant man": ojos rojos como tomates, párpados hinchados y, nariz enorme tipo Ruth Fernández (donde cabe sala-comedor y cocina).
Una nunca espera regalos, y menos de este tipo. De hecho, soy de las que nunca espero nada y no recibo este tipo de cosas, por eso mi sorpresa al saber que el amor y la amistad de tantos años sigue ahí. Y que, aún en la distancia, hay gente que ve el esfuerzo y reconoce que todos los padres y madres de niños con alguna condición a veces nos las vemos negras, pero que sabemos encontrar la magia y la alegría a través de cada sonrisa, de cada gesto, de cada aliento de nuestros hijos.
Carmencita Millán es parte de mis amigas periodistas, del grupo que ella misma bautizó como las "Yo-yo" por su lema de "mantener el yo-yo arriba", frase optimista con la que todas decimos que al mal tiempo, buena cara. En este grupo de mujeres sabias, bellas y luchadoras que se formó hace años por la amistad que nos une y el amor a Carmencita, pertenecen también Gloria Ruiz Kuilan, Maricelis Rivera, Sarah Del Valle, Marga Parés, Femmy Irizarry y otras dos grandes, que aunque no son reporteras, se pasean entre ellas: Amarilis Figueroa, Maray Bonilla Martínez. Todas estas amigas me han visto en mi proceso con Mariela y con todas hemos llorado y reído con cada peripecia de nuestros hijos.
Me he dado cuenta, al ver este hermoso regalo de Carmencita, que soy bendecida de tener tantas amistades buenas y sinceras, que han estado conmigo paso a paso, y que no me abandonan. De la universidad, de mi profesión como periodista, ahora del campo de las relaciones públicas, y de tantos padres y madres con niños especiales como yo.