Duerme abrazada a una sirena. Es una pequeña muñeca de trapo, con ojos de
botones azules que le compré a una artesana en el Festival de Claridad. Cuando
no duerme con esa, agarra la Barbie sirena, o una que le regaló su abuela Epa
que es más grande, con el pelo rosa, y las escamas en lentejuelas azules y
violetas. Esa le encanta, creo que por que tiene bling. Vive soñando con las sirenas.
-“Las sirenas no existen”, le dije ayer,
un poco cansada de su insistencia con ese tema.
- “Oh sí. Tú no sabes nada”, me
responde, molesta.