Wednesday, June 20, 2018

Mariela’s Angels

Marielay el Dr. Sosa


Mariela se hizo un "selfie" con la Dra. Vázquez
 No son los “Ángeles de Charlie” como aquella película y serie de televisión. Son los ángeles de mi hija, los Mariela’s Angels.

Miren bien estas fotos. Cuelgo esto por petición explícita de mi hija Mariela, quien me suplicó que tomara las fotos o ella misma hizo sus “selfies”.  Quería que “todo el mundo sepa que estoy feliz”, y en el fondo, yo también lo estoy como mi nena. Por eso hoy quiero agradecer a estos ángeles que puso Dios en el camino de mi hija Mariela en este momento, para ayudarla a superar sus retos de salud.  Son los doctores Marisel Vázquez e Iván Sosa.

Thursday, January 11, 2018

Éxito, hija mía. Carta al inicio del semestre


Éxito, hija mía 

Hoy que comienzas un nuevo semestre, te miro y veo el tiempo correr ante mis ojos, hija mía. ¡Qué rápido corre el tiempo y cuánto te has desarrollado! Quiero que sepas que vivo orgullosa de ti, mi amor.

Hoy te levanté, y como siempre, diste veinte vueltas, te volvías a arropar, me miraste mal y refufuñaste. Para colmo, me regañaste porque no te hice café, ya que se me acabó anoche y olvidé comprarlo.  Debí recordarlo pues sé que no eres "morning person" a diferencia mía,, y te cuesta levantarte, aunque te activas a la tarde. Siempre te ha costado levantarte en las mañanas, pero hoy cuando te miré, te vi tan grande que me sorprendió.

Hoy te miré y reconozco que no eres una bebé, aunque para mi siempre lo serás. Eres una hermosa joven de 15 años, que tiene un futuro brillante en lo que sea que quieras hacer, desde bailar y grabarte en vídeo con tu prima Patty, hasta vestirte con una de las nueve colas de sirena, aunque no tengamos piscina aquí en casa. Eres hermosa.

Hoy, también me sorprendí al llevarte a tu escuela y recibir tus notas del semestre pasado. ¡Excelente hija mía! Tus notas fueron extraordinarias, a pesar de que el semestre pasado fue duro, bien duro para ti. Fueron muchas cosas, buenas pero también muchos los retos que viviste.

Hoy recuerdo y celebro que el semestre pasado hiciste tu Primera Comunión y tu Confirmación, gracias a tu padrino Gregory. Celebraste tu quinceañero con tus amigas en el hotel, luego en el party bus con tus compañeros de escuela y la fiesta a lo Frida Khalo con tu familia. Claro, meses antes tus abuelos y yo te llevamos por Europa, así que lo celebraste en grande.

Hoy te miro y también recuerdo que el semestre que pasó te enfermaste mucho. La dichosa epilepsia esa nos trae mal a las dos. Recuerdo que en junio, estando en El Vaticano y tú en medio de un ataque me dijiste "Mamá, búscate al Papa Francisco que yo sé que si él me ve le dice a papá Dios que me quite estos seizures", y yo, en medio de la desesperación y el llanto, rompí a reír con tus ocurrencias.

Hoy recordé que ese semestre que pasó vivíamos metidas en las oficinas de tus doctora, y que hasta te hospitalizaron por una semana a ver si damos con la causa de la epilepsia. Y que eso coincidió con el huracán Irma. Y que después vino María, y estuvimos meses sin luz, refugiadas en casa de tus abuelos, y con la escuela rota, y que me ayudaste y me acompañaste en la radio y en las rondas a tratar de levantar a este país, desde las comunidades.

Hoy te veo hija hermosa, y recuerdo que volviste a tu Academia Fowler, en un horario distinto, y sin luz, pero con ganas. Triste porque no tenías tu clase de italiano o japonés, ni el tiro con arco por la situación, pero en pie de lucha. Y que tampoco tenías la trompeta porque no soportabas el calor en esa otra escuela de Bellas Artes, de salones cerrados y sin aire ni ventilación. 

Y hoy recordé lo mucho que soñaste con tu amigo Kai que se fue con el Señor. Lo mucho que pensaste en él hasta que me decías que te hablaban. 

Sí hija mía, no fue fácil ese semestre que pasó.  No lo fue para ti, ni para mi, ni para nadie en este país.  Pero querida hija, somos hechas de roble, fuertes. Como las Palmas Reales, somos flexibles ante los embates del viento fuerte. Y como el sol, brillante, tenemos que ver la luz siempre. Porque tú,  como yo, eres puertorriqueña. Y como puertorriqueña que eres, naciste para luchar y sobrevivir. Naciste para caminar erguida, con la frente en alto, y feliz. Nunca para ser arrodillada, sino combativa ante los retos, sensible ante el dolor ajeno. Naciste para ser feliz. Eres resiliente. 

En este nuevo semestre que hoy comienzas, el segundo en tu décimo grado, elevó una plegaria al Altísimo para que te proteja, te cuide y te ayude siempre.  Que aprendas mucho, que disfrutes mucho más, y saques buenas notas. 

Ese es mi deseo para ti hoy, hija mía. Vivo orgullosa de ti. Te amo.

Tu mamá, Sandra.

11 de enero de 2018.