La música, decía Beethoven, hace saltar el fuero en el corazón del hombre
y las lágrimas en los ojos de la mujer. Sabias palabras para describir cómo una
interpretación, con la debida orquestación, las letras adecuadas y en el
momento preciso te toca el alma. Te habla, cuando te llega al alma, y abre así
los rescoldos más profundos de tu corazón. Eso hace la música en todo aquel ser
humano que sienta y padezca, no importa en qué parte del mundo esté. Hoy la música
me tocó el corazón y me hizo saltar las lágrimas que brotaron del alma.
No sé si es porque anoche me quedé pensando en
las desgarradoras noticias del terrorismo en Francia o en lo que viene para
Puerto Rico, pero hoy me pasó algo bien raro y fue que me levanté un poco más
tarde. A las 7:30 para ser precisa. Suelo hacerlo entre cuatro y media y cinco,
así que esto es raro en mí. Así que mientras me tomaba el café matutino, me
dispuse a leer el diario social mañanero que se llama Facebook y recibo un
mensaje de mi apreciado amigo Andrés González, al que me unen lazos del alma
porque como yo, es padre de un ser de luz. Andrés ahora preside APNI (Apoyo a
Padres de Niños con Impedimentos), organización con la que trabajé por tantos
años en lo que aprendía a navegar por este mundo de convertirte, sin saber
nada, en una madre o padre de un hijo especial.
Andrés me envió un vídeo de una nueva campaña
del cantautor venezolano Franco de Vita en la que usan la canción “Tú de qué
vas” para concienciar al mundo sobre el síndrome de Down.
El arte de llevar conciencia a través de la
música solo lo pueden lograr los grandes artistas, y como también decía
Beethoven sólo el pedernal del espíritu humano puede arrancar fuego de la
música. Esa música me abrasó el corazón.
Sentía quemarme el pecho porque me ví retratada en el vídeo. Demás está decir
que lloré. Lloré de la emoción y lloré de verme transitar por ese camino.