Tuesday, September 15, 2015

Mamá leona: leona Mamá


!Dios es tan bueno conmigo! Llevo varias semanas terribles, de mucho trabajo y agotamiento extremo, y la nena con altas y bajas, pero siempre hay luz al final del túnel. Hoy me llaman temprano de la escuela que ella se había caído. Se lastimó el mismo dedo que se había fracturado hace dos años, en su mano izquierda. La débil. A mi se me vino el mundo abajo. 

Mil cosas me pasaron por la mente. Que si el dichoso plan médico me tiene la vida agriada, que si tenía que hacerle placas, que si llevarla a la doctora, que si sus instrumentos, que me tocaba añoñarla, que si ojalá no le doliera mucho, que si perdería sus clases de música, que si tendría que calmar a Mami para que no se asustara, que si esto no para. En fin, miles de pensamientos me entraron en la mente, pero tengo una técnica para detenerme. Es mi rutina para actuar de prisa, sin volverme histérica. Entré en el ¨cálmate-mode¨, o sea, que actúo casi robótica, escondiendo la ansiedad bajo una sonrisa de lipstick rojo tenue. Tiene que ser tenue, porque el rojo pasión es para momentos caóticos y este, aún no lo era. Ese fue el pensamiento del que me agarré.

Primero me pongo el lipstick. Después el retoque con el compacto para eliminar el brillo. Me miro que las greñas indomables luzcan más o menos con forma, enderezo los hombros y respiro. Antes muerta que sencilla. Cierro los ojos, y tan pronto los abro, hago lo que tengo que hacer sin titubear. En en este caso, consistía en coger las llaves, montarme en la guagua y salir rápido. 

Llegué al colegio en seis minutos. Corrí a buscarla pero lucía bien. En su escuela la tongonean porque ella se da a querer. De ahí fuimos a la pediatra quien me confirmó que ella se lastimó el mismo dedo, pero afortunadamente no era fractura.  De ahí a darle cariñito en casa de Mami, y yo, a terminar el trabajo que dejé pendiente.

De vuelta al frente de la computadora, intentaba concentrarme en  el trabajo, pero como siempre pasa, ahí es que empiezo a relajarme y se me van los pensamientos a volar.  Y pensé que tengo que ser agradecida. Hay muchos otros padres con hijos que tienen tantos retos que simplemente no sé como logran sobrevivir. Dentro de todo, estoy bien. Tengo la fuerza y la capacidad para ayudarla a ella. Así que terminé en menos de una hora y volví con mi hija. Ella estaba riendo a carcajadas con sus primitos, los Luises.

"Mamá no te olvides que tengo que llegar temprano a la clase de trompeta. Ya me siento bien¨, me dijo. Así que la llevé. Al llegar a casa, rápido quiso terminar una tarea de español. Cenamos y la acosté a mi lado en la cama, mientras le daba un sobito en la frente.

¨Mamá gracias por ayudarme y protegerme. ¿Sabes por qué lo haces Mamá? Porque yo te quiero mucho y tu me quieres mucho¨, me dijo, contestándose ella a sus mismas preguntas.

Mientras ella hablaba pensaba en un afiche que me envió mi amiga Janet, la mamá de Karina. Dice el afiche, de una cita de Flavia Pascual: 
¨Tener un hijo especial ...
es volverte maestra para educarlo y una doctora para atenderlo,
ser su abogada para representarlo y una leona defenderlo¨.

¨Así es hija mía. Te amo¨, respondí.

Y recordé estos versículos: "Entonces uno de los ancianos me dijo: No llores; mira, el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido para abrir el libro y sus siete sellos". (Apocalipsis 5:5)


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