Anoche casi
no pude dormir porque justo cuando se iba a acostar, mi hija Mariela me dijo que una
amiguita de su colegio estaba llorando. Le pregunté por qué, y ella no sabía,
pero que era que estaba sola y estaba triste por estar encerrada en la casa por
la pandemia. Entonces me enseñó la conversación que estas adolescentes tenían
en mensajes de texto. Su amiga es sorda profunda, así que la sintaxis y la
gramática es distinta al idioma hablado. Los sordos se comunican distinto y se
nota cuando escriben. La conversación fue así:
Amiga: “Estoy
bien triste, duele.”
Mariela: “Sé
que estás triste, pero Dios está con nosotros”
Amiga: ❤🤟💔
Mariela: “No
llores amiga mía. Yo extraño meter a la piscina o la playa”
Amiga: “Yo,
triste”
Mariela: “¿Por
qué estás triste?”
Amiga: “No
sé”
Mariela: “¿Estás
sola? ¿Estás aburrida?”
Amiga: “No,
con mi mamá y mi hermano”
Mariela: “¿Cómo
yo te puedo ayudar?
Amiga: “No
sé. Mi mamá está dormida y mi hermano jugando con PS4”
Mariela: “Pide
a Dios tranquilidad y te duermes. Estoy contigo, no preocupes”
Amiga: “Ok
está bien, pero lloro”
Mariela: “Voy
a rezar por ti y me tengo que dormir”
Amiga: “Yo
no tengo sueño nada”
Mariela: “Yo
si. Estoy cayendo de sueño”
Amiga: “Ok
bye”
Mariela: “Voy
a rezar a ti en mi mente”
Amiga: “Bye”.
Esa
conversación me caló profundamente. A veces uno está concentrado en el temor, o
en las preocupaciones inherentes a esta pandemia, pero no se da cuenta de que
los niños y adolescentes también están sufriendo. La situación de los niños y adolescentes
sordos, o que tienen algún impedimento o condición, es incluso más preocupante
porque suelen ser rechazados e ignorados. A los sordos particularmente, los
rechazan e ignoran hasta en su propia familia y eso es algo con lo que hemos
venido tratando de combatir hace tiempo.
Hay que
educar. El que un niño sea distinto, o que no te oiga o no te hable, no significa
que no tenga sentimientos. Dentro de su mente analiza la situación y vive ese rechazo.
Sus corazones se rompen cuando sienten ese abandono al interior de sus hogares.
Este es un
mundo duro. Los niños y adolescentes en Puerto Rico han tenido que vivir los
huracanes Irma y María, el pavor y la desesperación de los terremotos, y una
recesión económica que provoca escasez, tensiones y todo tipo de problemas en las
familias. Encima de todo eso, tenemos
esta pandemia, este encierro y el distanciamiento social. Los niños adaptándose
a tratar de estudiar, muchos sin tan siquiera tener teléfonos, computadoras o
internet. Es duro para ellos. Es triste,
y a veces, uno no se percata que en sus mentes y corazones, hay dolor.
No tengo
respuestas para esto más allá de quizás tratar de hablar con la mamá de esa amiga
de mi hija. No soy psicóloga ni profesional de la salud, pero a veces lo que
hace falta es una llamada o unas palabras de aliento para sacar a los niños de
esa tristeza.
Comparto
esto con el fin de que pensemos en quien tenemos a nuestro lado y que quizás no
notemos que lo único que necesita, es un poco de tiempo y amor. Esa fue la
lección que saqué de esto. Me la dio mi hija.
SRC
Estamos perdiendo la sensibilidad para atender en forma adecuada los problemas sociales del presente. Las estrategias de los gobernantes van dirigidas a esconder la precariedad y promueven un falso bienestar. Están matando las esperanzas de un futuro mejor tanto para los jóvenes como para los viejos.
ReplyDeleteAsí es. Es triste lo que vivimos. Gracias por comentar...
DeleteLa historia me hizo llorar, me imagine de adolescente, pero Tambien me vi como la mama cansada y durmiendo.. aprendi a que debe haber momentos de abrazos sin razon a Nuestros hijos.
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