“¿Se puede ser tímido y extrovertido a la vez?
Creo que sí. La famosa presentadora y periodista de televisión Diane Sawyer
dijo una vez: “La gente asume que no se
puede ser tímido y estar en la televisión. Están equivocados”. Y esta
mañana al dejar a la nena en su escuela, recordé esas palabras. Mariela es
extremadamente tímida. Sí. Aunque no lo parezca, lo es.
¿Cómo se conjuga en un ser la timidez con el
ser extrovertido? Es complicada la cosa. Ella baila, toca tres instrumentos,
aprende idiomas y lenguaje de señas, juega con sus muñecas, se viste de Frida
Khalo y es farandulera. Es coqueta, le encantan las gangarrias y los sombreros.
No le importa pararse en una tarima en un concierto frente a cientos de
personas, pero con gente de su edad, se corta. Ella ama ver y hablar con gente
de los medios, que son mis amigos, especialmente algunos periodistas, y adora
retratarse con ellos. Cuando hice el
proyecto en Wapa, se desvivía por ir a ver, tras bambalinas, toda la acción. Lo
mismo pasa cuando ve gente de la radio, o artistas que son mis amigos. Se siente feliz cuando alguien “famoso” la
saluda y está todo el día emocionada, si le dan un beso. Entonces, ¿por qué
ella es así? ¿Por qué de pronto se pone tan tímida?
Baja la cabeza, tiembla y a veces, hasta le dan
naúseas y vómitos. Si sus compañeros de escuela la saludan, especialmente los
varones de la high, se pone nerviosa.
Ella todavía no se ve adolescente. Se siente una niñita, aunque ya tiene cuerpo
de muchacha. Y para colmo, con quien único juega es con su primito Luis Esaí
que tiene cinco años. O sea, que en su mente es chiquita para muchas cosas aunque
en la escuela esté en álgebra y japonés.

En realidad son cosas que se tienen que
trabajar con cualquier adolescente, y con niños como Mariela, con más fuerza.
Es algo con lo que estoy trabajando, pero confieso que no es fácil. Para mí
incluso es un reto porque soy todo lo opuesto a la timidez. Hablo con todo el mundo
y no le tengo miedo a nadie. Respeto a todo el mundo, pero no le rindo
pleitesías a la gente porque sea rica o poderosa, como suele pasar en este
país. Soy de la filosofía que todo el mundo es igual, y nadie es más importante
que otros. Quizás por eso hablo con cualquier persona con el mismo amor, sea
político, juez o deambulante. Trato de exponer a mi hija a todos los entornos y
ella siempre está conmigo, pero tengo que recordar que somos distintas. Y que
tengo que ayudarla en sus procesos.
Los niños especiales pasan muchas situaciones.
A veces son vejados y despreciados. Muchas veces son víctimas de bullying en
sus escuelas o hasta en sus familias, por eso hay que trabajar en apoderarlos
para que se sientan seguros. Hay que trabajar con su autoestima, y es un
trabajo en equipo: Familia-escuela-sociedad. Yo estoy bendecida porque tengo el
apoyo en la escuela maravillosa de ella.
La timidez se puede vencer. A veces no es por
rechazo, sino que es una reacción a entornos nuevos, a gente distinta, y eso
provoca inseguridades. Tienden a callar. Mariela, por ejemplo, prefiere callar
cuando hay grupos de su edad, quizás por temor a que no la comprendan cuando se
expresa.
Otras veces dicen que es la genética. No sé
dónde leí que el 20% de las personas tienen una tendencia genética natural a la
timidez y que eso incide en su comportamiento. Otras veces es por la
experiencia de vida, y tienden a acercarse a cosas nuevas poco a poco.
Como madre, mi rol es guiar a mi hija y no ser
demasiado sobreprotectora. Confieso también que puede que peque un poco de eso,
pero es una coraza que una se pone para defender como una leona a un hijo
cuando está en este mundo de niños como la mía. Así que lo trabajo con práctica
y le dejo hacer sus cosas, que tenga su espacio. Es todo un proceso de “trial
and error”. Nunca he exigido perfección.
Lo importante es ser fiel a una misma para
desarrollar esa seguridad. Y eso es lo que vi ante mis ojos esta mañana en las
expresiones de Mariela. Primero estaba tímida, retraída, pero le dije a su
amiga Arianna que me ayudara. Le dije, bromeando, “Arianna, pellízcala y
moléstala” y ambas nenas comenzaron a reír a carcajadas. Eso hizo que Mariela
se relajara para la foto que toda la escuela le enviaría a otro amigo, el
querido Kai Paolo. Y en ese momento, mi día se iluminó y me sentí feliz. Ella
está en el lugar adecuado, con maestros maravillosos y amigos amorosos.
Al final, todos somos hijos de Dios y cada uno es un
mundo. Hay respetar como se es. Por eso siempre le digo a mi nena lo que una
vez dijo Charlie Chaplin “Sé tú, e intenta ser feliz, pero
sobre todo, sé tú.”
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