Tuesday, December 15, 2015

Pookie Santa Claus


Pobrecito Pookie Santa Claus, con cara de susto


Mariela habita como yo en un mundo lleno de cuentos y colores. Hace unos momentos me acaba de inventar esta historia, mientras le daba por obligar al pobre perro a vestirse de Santa Claus.  El pobrecito se pasó toda la tarde en su groomer, cosa que como a cualquier perro, no le gusta. Y  al llegar a casa, le tocó, obligado, la pasarela a la que ella lo sometió.

-        “Mamá, voy a hacer un cuento de Navidad. Había una vez un perro que se llamaba Pookie Santa Claus. Yo le puse ese nombre porque  sí, pero no era Santa Claus de verdad, es mi perro, pero esto es como un cuento”, me dice.

Yo comienzo a reír sin parar,  y rauda y veloz saco el celular, y empiezo a retratarla en sus inventos. El pobre perro tenía una cara de resignación. Sabe que cuando a Mariela le da con jugar, tiene que dejarla.

-        “No te rías Mamá que esto es un cuento”, me dice, mientras se pone seria.

-        “Ay, perdón. Ok, no me río”, le digo. “Sigue”.

-        “Pookie es como yo, que hace lo mismo”, dice, y se queda pensando.

-        “¿Cómo qué cosas hace?”, le pregunto.
 
Mariela, feliz, se dispone a vestir al perro que ya puso la mirada de resignación.
-        “Mamá, no hables”, me ordena y yo callo. “Pues Pookie camina, siempre está en el medio, y es bien chavón. Pero en verdad es como loquito como yo. A veces él se acuesta en mi lado de la cama y me mira mucho a mi cuando estoy haciendo mis cosas…Hola Pookie. Hoy eres Santa Claus”, dice. Y sin parar continúa: “Eres Santa Claus porque yo te quiero mucho. Ven aquí. Bésame”, le dice, y el perro, obedece. Va y le lame la mano.



A vestirlo de Santa Claus
-        “Ok, entonces ese perro que era Pookie Santa Claus, viajó a Guaynabo City en la Navidad”, sigue ella en su historia imaginada. Y yo, desesperada cuando la veo pensando, le pregunto “¿Y qué hizo en Guaynabo City? ¿Dime?”.

-        “Pues que se supone que iba a traer los regalos, pero la verdad es que no le gusta la ropa de Santa Claus. Él no quiere la ropa porque se asfixia, pero no importa porque él me mueve su cola y está feliz, porque es como yo. Siempre feliz”, me responde.



-        ¿Y si no le gusta la ropa por qué se la pusiste?”, le pregunto yo.

"Oh Dios, dice la cara del perro"


-     “Fácil. Porque tiene que ser bello como yo, y como es Navidad, él va a saber los regalos que quiero”, dice. “Así que ese perro que se convirtió en Pookie Santa Claus llegó para hacerme feliz y traer alegría. Y todos fuimos bien felices en Guaynabo City.  Ya”, terminó.

Y ella, feliz.

Y yo, como siempre, la observo y sonrío. Sé que ella me lleva a vivir en un mundo mágico al que pocos tienen acceso. Es su mundo lleno de fantasías, ilusiones y bellezas. Incomprendido, rechazado y despreciado por muchos que no lo entienden,  pero es un mundo de amor, en el que todos deberíamos habitar. Es su mundo de inocencia…. Y colorín colorado, este cuento, se ha acabado.

!Por fin me liberé de esa ropa!, parece decir Pookie.

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