Acabo de recoger la nena de su escuela y me dice:
-"Mamá adivina que tengo aquí", mientras me enseña un candunguito verde con tapa blanca.
-"¿Qué es eso? No me digas que es un insecto o una cucharacha. ¿Qué tu tienes ahí?", le pregunto yo.
-"Es un gongolí. Lo cogí en la cancha en la clase de educación física, y el Mr. Alonso lo puso ahí y le hizo rotitos a la tapa para que respire y no se escape. Es bien lindo. Es un gongolí bebé que le puedes decir gusano o gongolí pero yo lo llamo Azulito. Es mi nueva mascota", me cuenta ella.
Yo empecé a reírme y ella se molestó.
-"No te rías que yo voy a proteger a Azulito hasta que lleguemos a casa y lo ponemos con otros gusanitos que pueden ser su familia y quererlo", me interrumpe ella.
-"Ok no me río, pero es que ya tienes otras mascotas. Si lo coge la coneja o el perro, se lo van a comer. Mejor lo soltamos en el patio de casa, cuando salgamos de la terapia", le digo, tratando de ponerme sería y solemne, pero muriéndome de la risa por dentro.
-"Pues está bien. Guardamelo con amor y lo cuidas en tu mano, no lo metas en la cartera en lo que me esperas de la terapia", me ordena ella.
-"Ok. Pero mejor lo dejamos en el carro para que no se me escape", le digo.
-"Mejor, porque Azulito me quiere a mi y está mejor solo", dice.
Y en el carro se quedo, no sin antes yo taparlo con una servilleta para que el sol no lo queme... Azulito, su gongolí.
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