Tuesday, October 28, 2014

Exacta y bella

Esto es un relato de la vida real. Ocurrió hace apenas 15 minutos.

7:46 a.m.

-“Mamá, estoy bella hoy para educación física. Me encanta esta pulsera rosa que me regalaste con el corazón. Ay Mamá, llegamos a la escuela rápido y estamos bien. Son las 7:46 así que llegué temprano”, me dice Mariela.

-“Si hija, pero sabes que tienes que avanzar a vestirte por la mañana. Pierdes demasiado tiempo mirándote en el espejo y tu entras a las 7:50. Yo no puedo seguir con este ajoro tan temprano, ya me duele el pecho. Me va a dar un ataque al corazón si sigo ajorándote para que avances. No me gusta que llegues tarde”, le digo yo en mi melodramática cantaleta mañanera. Y admito en mi mente que eso de exagerada y dramática de mi hija salió de mí.

-“Ok Mamá, pero faltan tres minutos para que toque el timbre así que estoy temprano. No es nada. Estamos bien. Estoy temprano”, me dice, la contrayá muchachita.

-“Adiós hija hermosa. Arréglate el uniforme de educación física y si sudas mucho, te lavas la cara antes de volver al salón de clase. Abuelita te va a buscar hoy y a llevarte a la terapia que yo tengo una reunión. Nos vemos después vida mía. Dios te bendiga”, le digo.

-“Adiós Mamá. Sólo dame dos besos no cien como me das. Bendición’, me dice, con su único beso y se va con el bulto, la mochila y la lonchera.
Me monto en la guagua y escucho que sonaron el timbre. “Llegamos bien”, pensé. Y parto rápido a casa a arreglarme para el día. Llamo a mami para recordarle que me haga el favor de buscarla a al colegio en la tarde. Llego a casa en nada, milagrosamente no había tapón en el centro de Guaynabo City a esa hora. En cuestión de ocho minutos. Son las 7:58 de la mañana.

Abro la puerta de mi casa y suena el teléfono. Es de la escuela. El corazón brincó un latido e inhalo, esperando que no sea nada malo. Suena la voz de Mariela.

-“Mamá, la maestra Patricia me dijo que debía ponerme el uniforme regular para ir la una gira a San Juan. Yo tengo el de educación física. Por favor, trae el uniforme porque tengo que estar exacta y bella”, me dice.

-“¿Exacta y bella? “, le pregunto yo con ganas de reír no sé si de rabia por tener que volver a esa hora a la escuela o de gracia por la ocurrencia de ella. “Te lo dije Mariela. Tenías que ponerte el uniforme regular con la falda y el chaleco pero tu querías el de educación física. ¿Ves que no me haces caso?”, salgo yo con la cantaleta.

-“Mamá, ya sé. No importa, pero necesito el uniforme porque tengo que estar siempre bella”, me dice.

-“Ok, voy”, le respondí. Nada más que decir. Corro a buscar los zapatos negros, la falda, la camisa y el chaleco. Tiene que estar bella.

Volé a la escuela. Mágicamente vi como si fuera la película de Jim Carrey en la que hace de Dios y con una mano logra que se despejen las vías. Carretera limpia. Llegué en siete minutos con el paquete y lo entregué en la oficina.

-“Esto es para Mariela”, le digo yo a la administradora del colegio.

-“Sí ya sé. Ella dijo que tenía que estar exacta y bella. Le explicamos que no era necesario, que podía quedarse con el uniforme de educación física, pero sabemos que Mariela es coqueta”, me dijo.


-“Así es”, respondí. “Exacta y bella siempre”.

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