Saturday, October 11, 2014

El tiempo es oro

Mariela en el hospital se topó con Mr. Cash.

El tiempo es oro

Esta es una anécdota sobre cómo valorar el tiempo y como reír en vez de confundir a Jorge Gelpí Pagán. 
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Sábado. Día de rutinas. De hacer muchas cosas y aprovechar el tiempo al máximo para hacer aquello que en la semana no se pudo.

Tic, toc. El reloj no para...Comenzamos la mañana con mandados, visita breve a casa de la tía Carol para luego llegar a tiempo a una reunión del grupo de "Los Triñetas", un trío de gladiadores relacionistas profesionales, compuesto por Rolly Arguelles, Raquel Rivera y yo. Sólo que en esta ocasión venían también dos de las hijas, la Sofia y la Mariela.

Planificamos el tiempo, lo que haremos los tres, y separamos las fechas en los respectivos calendarios. Reunión fabulosa, de trabajo y planes de estudio, a la vez que mirábamos al  montón de papisongos reunidos en el lugar. Todo un desfile sociológico de padres con hijos que aprovechan las mañanas sabatinas de weekend que le tocan sus nenes.

De ahí fuimos al Conservatorio a la clase de música para luego almorzar brevemente e irnos a una rutina de belleza. El tiempo ese debe ser sagrado. Antes de irme hice varias llamadas y envié emails. El trabajo no para, pero el pelo era la prioridad. Había que aprovechar el tiempo porque las dos queríamos arreglarnos, pero como siempre, ella ganó. El primer turno fue de Mariela y comenzaron a pasarle el blower y plancha en su larga melena. Mis pasas sin control tendrían que esperar a su turno.

Suena el teléfono y es mi querido amigo Topy Mamery para terminar la conversación pendiente de la semana. De sus planes y cambios, y yo le hablé de los míos, con esa complicidad que nos caracteriza.
-¨Uno sabe cuando te toca. Uno sabe cuando llega el tiempo de moverse¨, me dice Topy.
-"Hay que aprovechar el tiempo y hacer lo que uno quiere, and then move on to the next chapter", le digo yo. Pensé que también hablamos del tiempo y nos despedimos acordando que en poco tiempo nos veremos.

De pronto, se detuvo el ritmo. Se paró el tiempo. Como en cámara lenta veo a la peluquera que me dice que la nena no está bien. Sentí que volé hacia la silla. Mariela virada de lado, no me responde. Ida. Ojos en blanco. Era una convulsión.

Se formó un alboroto en el beauty, pero yo, con una calma y pasta que no sé de donde salieron, empecé a llamarla y a esperar, hasta que poco a poco fue reaccionando. No sé por qué me da con ponerme lenta en estos casos. 

Cuando pude levanté a mi hija y la llevé hasta la oficina del dueño de la peluquería, le di un refresco y un dulce, pero nada. Se sentía mareada. Llamé a su pediatra y me dijo que la llevara al hospital, que es normal que eso suceda de vez en cuando.

-"Mariela, vamos al hospital ahora", le dije.
-" Ay no Mamá, el pelo está a mitad. Me veo fea¨, me dice ella.
-" No te ves fea, eres preciosa. Olvídate de eso que nos vamos¨, le digo.
-" Mamá pero tenemos tiempo y no terminaron de pasarme la plancha y el blower. No puedo estar con el pelo regado porque me queda muy mal. No quiero que me vean fea. Soy una chica¨, me dice, aún con los ojitos un poco idos y la piel pálida.
Y yo, tratando de disimular el miedo que empezaba a salirme, miro el reloj y le dijo ¨Hija, vamos a aprovechar el tiempo. Te ves linda. Esa mitad que te falta te la arreglo yo en casa después. No te preocupes que nos vamos¨.


Corrimos. Ruta 66 rumbo San Jorge. En el camino pensé que mis pasas tendrán que esperar. Igual que las uñas, pero no importa. Eso no es la prioridad. Es el tiempo de ella.

Llegamos como a las tres de la tarde. La bajo de la guagua y la monto en una silla de ruedas rumbo a Sala de Emergencias. Quizás fue mi cara de susto, pero rápido me pasaron a tomarle los vitales. Nos atendió un cubano simpático. Pensé que me persiguen los cubanos y ella, con esa habilidad de leer mente, a los cinco segundos me dice: -"Mamá ¿por qué hay muchos cubanos tan graciosos?" .

Entonces empezó la tortura.

Ir a una Sala de Emergencia es casi morirse.  Si uno está bien, sale de allí cuando menos con una mezcla de Chikungunya, dengue, monga o lo que sea porque hay muchos enfermos y se espera mucho tiempo. Nenes gritando, bebes llorando, papas impacientes. Una mamá que venia del soccer y su hijo con el brazo roto. Otras con uñas esculturales y leggings discutiendo con el guardia de seguridad porque estaban hartas de la espera. Y otras, abrazando a sus hijos llenos de ronchas rojas en la piel. Y yo miraba el reloj. Pensaba que si no me atendían la nena rápido me daría algo malo a mi.

- "Ay Mamá, esto me cansa. Me quiero ir. Es mucho tiempo¨, me decía ella cuando sólo llevamos dos horas de espera.

De pronto, se abre la puerta y entra Josué Carrión, el Mr. Cash. Me ve y rápido viene a abrazarme y a besarme, cariñoso como es siempre. Le presento a la nena y ella sonríe de par en par, pero vuelve y lo mira y le dice:
-"Tu no eres Jorge. Yo quiero a Jorge. Te pareces a Jorge pero no eres Jorge¨, dice ella.
-"Mariela, ¿qué Jorge? " , pregunto yo.
-" Jorge Gelpí Pagán. El esposo de Mariela que se llama como yo, que son buenos y lindos", me dice ella.
-"Mariela este es Josué que le dicen Mr. Cash, del programa donde sale tu amiguito Guriel", le digo, tratando de disimular el pasme.
-" Ay sí, ya sé. Tú eres bien bueno porque bailas y siempre estas feliz. Es bueno ser feliz", le dice Mariela por fin, cuando lo reconoce.
Y yo pensaba, "trágame tierra",  pero Josué rápido fue la abrazo, la besó, y hasta se tomó una foto con ella.

Y ese momento de confusión fue el highlight en la tarde de mi hija. Olvidó que su pelo estaba a mitad y que tendría que esperar horas en el hospital. Se sintió apreciada.



Estuvimos esa tarde más de ocho horas esperando por exámenes y resultados, pero más que nada, por que nos atendieran. Estábamos las dos exhaustas. Yo, por el tiempo esperado, y por la forma en que ha decaído la calidad en el servicio en esa sala del Hospital San Jorge. Ella, porque quería estar en casa viendo sus películas.

Y pensé en que todo el día el tiempo fue mi tema, fue mi eje y fue mi aliado. Todos hablamos del tiempo, todos me hablaron del tiempo a lo largo del día, pero el tiempo es el que dicta nuestras vidas. Al final, pensé que el tiempo es lo que uno hace con él. Hay que vivir cada momento como si fuera el último. Hay que saborearse cada instante, porque una vez pasa, no vuelve. El tiempo es valioso. Es importante. El tiempo, es oro.


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