-“Mamá,
¿Qué yo voy a cer’ en la tivisión? ¿Cuándo va a salir?”
Esa era la
pregunta insistente de mi hija. Sí en su idioma que para mí es diáfano y claro,
que sólo entienden sus maestras, terapistas y su abuela, pero que para el resto
suele ser indescifrable.
-“Dime
mamá. ¿Cuándo? ¿Qué voy a cer’ yo? Plis”…, me espeta ella en su inglés.
Y yo le
pregunto por respuesta: “¿Por qué te preocupas si vas a hacerlo bien? No estés
nerviosa”.
Mi hija
estaba inquieta porque hoy sería grabada para la televisión y estaría ante las
cámaras. Un ensayo para su recital de piano del próximo 6 de mayo, sería
captado por los lentes de los tres periodistas que se interesaron en la nota
del primer concierto a cinco pianos acústicos que se hará en Puerto Rico.
Como todos
sus amigos de las clases de piano, Mariela estaba ansiosa y quería hacerlo
bien. Quizás su ansiedad era doble, porque sabía que era la única con una mano
chavona que a veces tiene mente propia y le dá con quedarse inamovible. La noche antes casi ni durmió. Por eso en la mañana estaba crispy. Tiró dos o tres grititos más fuertes de lo usual, me discutió, casi no desayunó, se peinó quince veces y fue una pejiguera salir de la casa a tiempo. Eran los nervios. Yo sabía que estaba nerviosa, pero le decía que eso era normal. A cualquiera le pasaría.
Elucubraba yo que si fuera otra, lloraba. Yo me tiré par de lagrimitas, pero son usuales en mí. En mi hija no .Mi hija ha aprendido a superar los nervios. Primero, porque desde pequeña ha tenido recitales de baile y su primer show fue nada menos que en el Centro de Bellas Artes de San Juan. Segundo, porque la soledad que ha tenido en muchas áreas de su niñez por la incomprensión de su condición la ha hecho fuerte. Tercero, porque es artista. Medio presentá. Le gusta que la miren y se esfuerza por hacerlo todo bien.
-“Mamá, no tengo
los nervios nerviosos. Estoy tranquila”, me dijo al salir de casa esta mañana y
yo, aguantando las ganas de reír le contestaba “Muy bien. Lo harás bien”.
Al llegar
al lugar del ensayo se transformó. Estaba feliz. Casi flotaba en el aire.
La primera
en llegar fue Libni, de Primera Hora. Mi hija la besó. Ella hizo su trabajo
repoteril, pero mi hija me dice al verla salir “Mamá es bonita, ella parece a
la muñeca rubia”. Es observadora mi chica.
Después
llegó el equipo del programa Entre Nosotras, pero para ese momento ya la nena
estaba enfrascada en su ensayo. Luego llegó Jorge Gelpí Pagán. Mi nena, como
todos, estaba fascinada viéndolos hacer su trabajo. Y Jorge se puso a hablar
con ella, y la entendió. Y ella, tan coqueta, le sonrió directamente a la
cámara, aunque no se atrevía casi a hablar. Fue, sin duda, uno de los momentos
más felices de su día. Y parece que a partir de entonces, se relajó
porque siete horas más tarde, no para de hablar del tema.
-“Mamá, el
muchacho me hizo preguntas y me gustó. Yo lo vi a él en la tivisión’ en el
canal 804”, me dijo sobre el reportero.
-“Mamá, voy
a salir por WAPA”.
-“Mamá,
toqué bien”.
-“Mamá me puedo sentir mejor porque la mano descansó”.
-“Mamá, mi
mano tocó bien”.
-“Mamá, no
tengo nervios nerviosos ya”.
-“Mamá, estoy
feliz”.
Eso es lo
que importa. Que mi hija esté feliz.
Sandra... Mariela llega y se queda en el corazon de todos aquellos que hemos compartido con ella... Su nobleza, su amabilidad, su hermosa sonrisa contagian a todos... Es una gran bendicion... Dios la siga guiando... y a ti? Que decirte? Que Dios te siga dando las energias que tienes para que Mariela siga ganando camino en su vida... un abrazo! Marta
ReplyDeleteGracias Marta.
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