Santa Claus sí existe
-“Mamá, ¿sabes qué?…. Santa Claus no
es real”, me dijo Mariela.
Yo me quedé fría. No sabía que
responder. No sólo por su corta edad, sino porque íbamos en el carro rumbo al
centro comercial con carta en mano, a buscar al Santa Claus para tomarle la
foto. Me había tenido todo el día en un estado de nervios, insistiendo,
pidiendo, suplicando una y otra vez que la llevara a ver al viejo de barba
blanca y traje rojo porque quería entregarle su cartita y decirle que era una
niña buena. Por eso mi sorpresa con su comentario.
Respiré. Tragué hondo. Mi hija está
creciendo rápidamente, pensé. ¿Qué pasará con ella? ¿Ya estará perdiendo la
inocencia y esa sorpresa infantil que siempre la caracteriza? Debería decírselo
porque ya es pre adolescente, pero no quiero que pierda aun su inocencia, eso
de ser tan nena como es. ¿Quién le habrá dicho eso a ella? ¿Desde cuándo lo
sabe? ¡Oh mi Dios! No entiendo, si ella había estado toda la tarde escribiendo
su cartita. Hasta hizo varios borradores.
-“Mamá mira mi carta. Le digo a
Santa Claus que quiero la película nueva de Barbie y la muñeca de la película
de Coraline pero no la película de Coraline porque esa ya la tengo, y que
quiero muchas cositas como carteras y peluches y cosas de nenas bonitas porque
yo soy bonita. Eso es verdad. Quiero también otras películas y lo que sea… O
mejor le dibujo un arbolito de Navidad… Ay mamá la carta se me dañó como cien
veces. Quiero que sea una carta bonita”, repetía una y otra vez durante la tarde
en casa.
Pero entonces, de camino al mall me baja con esa frase existencial
de que no es real. Sinceramente no supe qué contestarle. Todo el temor del
mundo se me agolpó en la garganta, mientras intentaba disimular guiando. Elevé
una plegaria al cielo en mi mente, entonces le respondí:
-“¿Y por qué me dices eso hija mía?
¿Qué te hace pensar que Santa Claus no es real?”, le pregunto con un poco de
miedo a su respuesta.
-“Fácil Mamá, porque a veces son
personas que se disfrazan que no es el verdadero Santa Claus”, me dijo.
Yo respiré, aliviada. Me dieron
ganas de reír pero no lo hice, para que no me viera.
– “¿Y cómo tu sabes que son personas
que se disfrazan?”, le pregunté.
-“Mamá en la película de Santa Paws,
la de los perritos, había un señor malo que estaba equivocado y se vistió de
Santa pero no era Santa. Eso es lo que pasa. Engañó a las personas y engañar no
es correcto. Hay que decir la verdad porque es lo más importante”, me dijo.
-“Cierto, hay que decir la verdad.
Ya recuerdo esa película que es bien bonita. A mí me encanta… Mariela me gusta
mucho que pienses que hay que decir siempre la verdad. Eso es una de las cosas
más importantes para mí. Por eso fui periodista, lo sabes”, le respondo.
-“Es cierto Mamá. Todos los
periodistas siempre dicen la verdad”, dijo, y empecé a reír a carcajadas. “¿Y
por qué tú te ríes Mamá? Todos los que salen por televisión y radio dicen la
verdad”.
-“Hija, no todos dicen la verdad.
Hay muchas personas que mienten en este mundo, incluyendo algunos en la
televisión y en la radio, pero siempre se sabe cuándo mienten porque tarde o
temprano la gente se da cuenta. Por eso es que hay que decir la verdad”, le
contesto.
-“Pues entonces, ¿esos en la
televisión y en la radio saben cuál Santa Claus está mintiendo porque no es el real?”,
me pregunta ella.
-“Creo que sí. A veces salen con
personas disfrazadas pero no es el verdadero Santa Claus porque el verdadero
Santa Claus está en el Polo Norte”, no sé qué más decirle yo, sabiendo que le
estoy mintiendo, y con el corazón apretado porque no quiero mentirle, pero
tampoco quiero robarle la inocencia.
-“Mamá, el verdadero Santa Claus
está trabajando para llevar los juguetes a los niños. Por eso nadie lo ve de
verdad. Yo sé que el viene a traer juguetes a los niños en todas partes, hasta
en los sitios de personas pobres como Haití y como África o de los hogares aquí
en Puerto Rico. Esos niños hay que comprenderlos y ayudarlos porque esa es la
Navidad”, me dijo mi hija, y yo volví a sorprenderme con sus ocurrencias.
-“Mariela, lo importante en la
Navidad no son los regalos, es compartir”, le digo.
-“Si, lo se Mamá. Por eso es que por
las noches estoy rezando y en la capilla de la escuela para que todos los niños
sean feliz”, me dice.
-“Felices. Se dice felices, en
plural”, respondo.
-“Si, también felices y feliz como
yo que estoy feliz porque vamos a ver a Santa Claus. Y ¿sabes qué Mamá?”, me
pregunta.
- “¿Qué hija mía?”, respondo.
-“Yo sé que ese Santa Claus no es el
real, por eso le voy a llevar esta cartita para que le llegue al Polo Norte al
verdadero. Le dije que soy buena y que me traiga muchos regalos y también a los
niños pobres para que todos seamos felices porque Santa Claus es verdadero
Mamá. Yo le hablo con mi corazón. Santa Claus existe de verdad”, dijo.
Esta fue su primera foto con Santa Claus. Año 2002. Era una bebita de meses. |
-“Sí hija mía, Santa Claus si
existe”, dije yo.
Pero el año siguiente, el 2004, le cogió miedo a Santa Claus. Tenia 2 añitos. |
En el 2003 cuando apenas tenia 1 añito, le tome esta foto con actitud de victoria. |
Ya de 3 añitos, para el 2005, salió en esta foto con Santa Claus. Se veía mas grande de la edad que tenia, pero era una beba todavía. |
En el 2005 me volví loca y le tomé tres fotos con Santa Claus en tres centros comerciales distintos. |
A los 4 años, para el 2006, ya su vida cambiaba porque esas navidades nos quedamos solistas ella y yo, y formamos nuestra propia familia. |
A los 5 años. En el 2007 volvía a tomarse fotos con el mismo Santa Claus de antes. |
Aquí tenia 6 años y esta foto con un Santa Claus flaco fue en el 2008. |
Esta fue en el 2009 y ella tenia 7 años. |
En el 2010, con 8 años, se tomo dos fotos con Santa Claus. |
Otra foto del 2010, con 8 años de edad. |
Esta fue en el 2012, con 10 años de edad. |
Aquí tenia ya 11 años, y esto fue en el 2013, pero quiso sentarse en la falda de Santa Claus. |
Aquí estamos Mariela y yo con Santa Claus, en enero de 2013 en nuestro viaje a Orlando ese año. La foto fue en Sea World. |
Esta foto fue en el 2014 con 12 años. Ya Santa Claus se había ido del centro comercial, así que tenemos que volver otro día. |
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