Es increíble lo que me hizo mi hija hoy. Descubrí que me tomó el pelo y yo caí redonda ante sus encantos…. Todo comenzó ayer.
- “Mamá, mañana no hay clases”, dice Mariela.
-“¿Y por qué? ¿Qué es eso? Yo no he visto eso
en ningún sitio Mariela”, digo yo.
-“En la agenda lo dice. Hay reunión de facultad”,
me dice, mientras me lleva de la mano para que camine hasta el lado de la
nevera, donde tengo pegado el calendario escolar del año.
Yo, sin espejuelos, intento leer. Y ella pone
su dedito índice en una fecha y yo leo que dice día 5, reunión de facultad. Y
empiezo a pensar.
“Ay Dios, no tiene clases. No me la puedo llevar
a la oficina mañana. A ver si mami me resuelve como siempre”, pensé yo. “¿Qué me
pasa que no me percaté que no tenía clases el viernes? ¿Y por qué le dan el día
libre después de tener vacaciones de solo una semana en Semana Santa? ¿Por qué
no le dieron dos semanas libres? Cuando yo era nena en el colegio nos daban dos
semanas libres. Pero eso era antes y era un colegio católico. Ella está en un
colegio laico. Ay Dios. Mi hija no coge clases de religión. Y yo estoy sola,
abrumada de trabajo. Estoy cansada. No puedo con el rollo. Me estoy volviendo
loca con tanta cosa. Pues, ni modo, ¿Qué le voy a hacer?”, y sigo elucubrando
cuando ella me interrumpe los miles de pensamientos que brotan uno a uno y me
dice:
-“Mamá no hay problema. Me voy a casa de
abuelita a descansar. Llámala”, dice. Y eso hago yo. Termino de recoger, me
ducho y a dormir. Ella durmió en la cama conmigo.
Amanecí con un calorcito rico y me desperté
obligada, con prisa, porque llegaron unos señores a bregar con las filtraciones
en el techo de mi casa. El calor era el brazo izquierdo de Mariela que lo tenía
sobre la cara. ¡Qué rico abrazar a mi hija y qué rápido está creciendo! Ya no
es una bebé. Tiene 10 años, aunque ante mis ojos sigue siendo mi beba.
Y así, rauda y veloz me desperté y la desperté
a ella. Y nos fuimos a casa de su abuelita y allá la dejé como a las ocho, para
que con su encanto volviera loca a Mami. Me fui a trabajar.
Fast forward. Pasan como seis horas y llega
Victoria con su papá Michael a la oficina. Acá todos lo conocen, porque después
de todo, el es cantante famoso. Y miro a Victoria con su uniforme.
-“¿Vicky, se te olvidó que hoy no habían clases
y fuiste en uniforme?”, le pregunté yo.
-“Hoy sí había clases. ¿Por qué Mariela faltó?”,
me preguntó ella.
-“¿Cómo? ¿Había clases? No puede ser”, grité
yo. Y pensé que soy una mala madre porque no me di cuenta y permití que la nena
me cogiera de boba. “Pero si nunca soy descuidada con la nena ¿Qué me pasó?”,
me pregunté yo.
Enseguida llamé a la escuela y confirmé la
noticia con la secretaria, quien se rió de mi a carcajadas. El día de la reunión de facultad sí fue el 5, pero no de abril, sino de marzo. Eso fue lo que mi hija tapó ayer con su dedito.
-“Ay Sandra, Mariela te cogió. Ya no tienes una
bebé. Tu hija es más lista de lo que crees”, me dijo Yahaira.
Y yo
pensé que sí. Lo es.
Mi hija comió jobos.
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