Tuesday, June 15, 2021

La felicidad en los tiempos del cólera

 


Esto es una confesión personal. Un testimonio de lo vivido como algo real, porque estaba en todas partes y se vivía en todo. Era inevitable: la imagen de togas y birretes, negros en su mayoría, y sonrisas a flor de piel, recuerdan siempre el destino de tiempos en cambios.  Nuevas etapas, vidas trastornadas. Un camino hacia la adultez que significa nuevos comienzos, alegrías, sueños, esperanzas. Las fotos con decenas de jóvenes en sus graduaciones, ‘senior proms’, y anunciando a las universidades donde fueron aceptados, cobra en el 2021 un matiz especial.

El año pasado fue uno de dolor. El encierro que provocó el virus letal obligó a la cancelación de las graduaciones y el despertar del ingenio. Caravanas, eventos en la playa o en parques, o virtuales. Así se graduaron miles de jóvenes puertorriqueños en el 2020, pero este año no. Poco a poco volvemos a la normalidad y en el ambiente se siente esa alegría.

Una sensación de esperanza en momentos que todavía son inciertos, porque no nos cabe duda de que vivimos en tiempos difíciles. Desempleo, deuda, Junta de Control Fiscal, precariedad, represalias para quien hable, homofobia, transfobia, feminicidios y femicidios, ensañamiento contra los niños, los viejos, la gente. Judicatura que le da la espalda a las víctimas de la violencia de género. Jueces que se protegen entre sí. Asesinatos de policías. Destrucción de patrimonios históricos. Profanación de tumbas, de cultura, de sociedad. Violencia institucional. Criminalidad. Narcotráfico. Corrupción rampante. Manipulación de mentes. En fin, todos en Puerto Rico vivimos tiempos duros. Difíciles, pero hay algo de esperanza. Ya poco a poco creo que vamos a salir de la pandemia. Eso espero.

Dentro de todo lo malo que hemos sufrido como pueblo en estos años de calamidades colectivas tengo que admitir que también hemos vivido momentos hermosos, y eso también hay que reconocerlo. Hay que celebrarlo.

Estamos en junio el mes de la diversidad, y francamente, todo el mundo sabe que la comunidad LGBTTQ se merece el respeto que con tanta dignidad han defendido y se siguen ganando. Ante los intentos de traer a la isla a fundamentalistas, el pueblo se alzó prestándole la atención que merecían: ninguna. Eso también hay que celebrarlo. Es un triunfo de la dignidad.

También celebro que hay menos personas enfermándose del Covid. Sí, todavía hay gente muriendo. Hoy reportaron seis, pero los números van bajando y para mi eso es ganancia. Lo celebro y motivo que se celebre, con cuidado para no exagerar. Siempre hay que evitar que la gente se contagie.

Celebro también que poco a poco volvemos a una nueva normalidad, en la que añoro que seamos más solidarios y respetuosos con los demás. Pero dentro de todo lo que vivimos, lo que me llena el alma son las graduaciones.

¿Cuántos de ustedes no han visto en estos días fotos de niños, adolescentes y jóvenes en togas y con birretes? Muchas familias están celebrando que sus hijos, sobrinos o nietos terminaron este año escolar y eso es una ganancia. A pesar de que en el Departamento de Educación hay problemas serios, muchos estudiantes se colgaron, y empezaron las clases del verano, muchos también se graduaron.

Esa es una generación fuerte, valiosa y valiente. A estos jóvenes les tocó nacer y vivir en la crisis, y ellos han venido viviendo lo peor. Han crecido viendo el desempleo de sus padres, los destrozos por huracanes, sequías, terremotos, pandemia y la corrupción que nos arropa como país. Han visto a un otra secretaria de Educación corrupta y maldita, a la que sólo le darán como seis meses de cárcel. Frustra a cualquiera la impunidad, pero a nuestros jóvenes no. Su alegría es contagiosa. Verlos con sus togas, nos dice que siempre hay una esperanza y algo que agradecer.

Mi ahijada y sobrina Karla Denisse se llevó honores en microbiología en el Recinto de Mayagüez y fue aceptada en Gainsville. Mi sobrinos Billy B y Dianita se graduaron de 8vo de Marista, de donde también se graduó Patricia, hija de mi querida amiga Brenda Reyes Tomassini. Sebastián, el primo de mi hija Mariela por el lado los Prats, también se graduó y estaba guapísimo en su prom. Al Sebastián por el lado de los Rodríguez todavía le falta un poco para terminar en la Universidad Politécnica con honores, pero su hermana y mi sobrina más pequeña, Patricia, fue Alto Honor de la UHS y sacó la licencia de conducir.

Ismael, el maravilloso hijo de mis queridos amigos Ismael Torres e Isamari Castrodad, se llevó honores. También se graduó Gabo, el alto y guapo hijo de Maricelys Rivera.  El amoroso Camilo, de Benjamín Torres Gotay y Zaima Negrón. Mariana la nena de Yadira Valdivia y Mariano Mier. El guapo “Nono” de Lillian Rivas y Javier Maymí. Ilé, la preciosa y talentosa hija de Idia Martínez y Agustín Rosario. Sólo menciono a éstos, pero sé que muchos otros se graduaron en estas últimas semanas.

Cada foto que ví, cada comentario que leí, cada sonrisa que compartí al verlos, me renovaba la fe. La alegría también se contagia. Igual que la esperanza.

Mi hija Mariela Denise logró para mi lo más añorado, que fue terminar el cuarto año. Lo hizo con honores. Después de unos años tan difíciles y de la educación virtual, terminó con un promedio de 3.8 y tuvo una graduación hermosa. Fue aceptada para iniciar sus estudios universitarios en una prestigiosa institución, y aunque no pienso decir públicamente dónde, su familia, (que incluye a una familia escogida que no es de sangre sino de hermandad), ya lo sabe. Todos estamos celebrando este maravilloso logro. Por eso también soy feliz.

El amor incondicional que sobrepasa las adversidades, no se da nunca por vencido. Ese es el amor de las familias que han logrado que sus hijos e hijas terminen un año de retos. Por eso hay que celebrarlo. La felicidad, aunque sea en estos tiempos del cólera, se tiene que compartir.

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